¿Cuál es el sentido y el propósito de las comunicaciones con nuestros hijos?

Te invito a que hagas un ejercicio de reflexión, y que pienses en lo que te gustaría conseguir de las comunicaciones con tus hijos.

Es imposible no comunicar. Continuamente nuestro cuerpo, nuestras palabras, la expresión de nuestra cara, nuestro tono de voz, todo nuestro ser, está emitiendo mensajes a las personas que nos rodean. Nos estamos comunicando todo el tiempo aunque nuestra intención no sea una comunicación directa. Incluso nuestros silencios comunican algo, y en algunas ocasiones estos silencios pueden comunicar mucho más que algunas palabras.

Hay veces que caemos en la creencia de que da igual lo que digamos o hagamos, porque nuestros hijos adolescentes no nos prestan atención. Lo cierto es que aunque nosotros tengamos esa impresión, ellos son como un radar que capta cada uno de nuestros cambios de estado. ¿Cómo te explicas que justamente el día que estás más irritable, ellos decidan enfrentarse contigo? ¿O que cuando te notan especialmente sensible, te encandilen para conseguir lo que quieren? No es solo lo que les decimos, es lo que ellos perciben de nosotros, de nuestra voz, nuestro estado de ánimo, …

Esto no es algo exclusivo de los adolescentes, nuestro estado emocional comunica externamente una serie de señales que, aunque nosotros no seamos conscientes de ello, ponen a los demás sobre aviso de nuestras reacciones ante determinadas situaciones. Para los adolescentes, que están atravesando una etapa de mucha intensidad emocional, todas estas señales les son especialmente transparentes.

¿Te has parado a pensar qué mensaje les llega a tus hijos cuando te comunicas con ellos?

La comunicación que mantenemos con ellos supone una mayor influencia cuanto mayor sea la conexión entre nosotros, y muy especialmente cuanto menor sea la resistencia. Es decir, la comunicación será más efectiva cuantos más aliados usemos para comunicar y cuantos menos saboteadores intervengan a la hora de que nuestros hijos reciban el mensaje.

Vamos a ver cuáles son esos aliados que te ayudan a conectar mejor cuando te comunicas con tus hijos/as:

  • Escucha activa. Cuando escuchas lo que tienen que decir estando presente en el momento en que te lo dicen, tú también les estas comunicando algo. Les comunicas que estás conectada/o a ellos y que les tienes en cuenta. Se trata de escuchar también aquello que no consideras importante. Si no escuchas las cosas que para ti no tienen importancia, cómo van a compartir contigo las que sí la tienen.

    Escuchar activamente implica escuchar no solo sus palabras, sino también la forma en la que nos las dicen, su tono de voz, prestar atención a la expresión de su cara, a su postura, su respiración… Todos estos son factores que nos ayudan a entender mejor el estado en el que se encuentran cuando nos están comunicando algo.

  • Compartir haciendo. Compartir momentos con ellos en los que solo os centréis en vuestras experiencias mutuas. Hacer actividades con ellos que no nazcan de la necesidad ni la imposición, sino por el mero disfrute de hacer cosas juntos, crea un estado de conexión y armonía que facilita mucho la comunicación posterior en temas que puedan ser conflictivos.
  • Conectar desde las emociones. Aceptar sus sentimientos y ayudarles a gestionarlos, no a reprimirlos. Si hay algo por lo que se caracteriza la adolescencia, es por el torrente de emociones y sensaciones que los chicos y chicas empiezan a experimentar por primera vez. Emociones que les generan sentimientos que, según sus valores, creencias y experiencias previas, les llevan a comportamientos diversos. Cuando nosotros etiquetamos estos comportamientos de manera negativa (“es que estás empanado/a”, “menudo pavo tienes”,…), estamos en cierto modo invalidando sus sentimientos. Les estas enviando el mensaje de que hay algo que no va bien en ellos. Esto contribuye a que se sientan aún más perdidos, ya que no solo no pueden evitar los sentimientos que tienen sino que, además, tienen que intentar esconderlos. Les hace dudar de sí mismos y de sus propias percepciones. La confianza es el mayor conector que tienes a la hora de comunicarte con ellos Que se sientan valorados y reconocidos por sus padres, es uno de los mayores apoyos con los que pueden contar. Si además de escucharles activamente, tratas de entenderlos, de ponerte en su lugar sin juzgarles desde tu forma de interpretarlo, estarás transmitiéndoles un mensaje de confianza.

Vamos a ver ahora cuáles son los principales saboteadores en la comunicación con los hijos:

  • Desconfianza. Si desconfían de que puedas entender cómo se sienten, porque habitualmente restas importancia a su estado de ánimo y calificas ese estado negativamente, es muy complicado que recurran a ti cuando se sientan mal y no sepan cómo afrontarlo. La desconfianza genera resistencia a tener en cuenta nuestra opinión o nuestro ofrecimiento de ayuda.

  • Juicio. Cuando les etiquetamos en función de sus comportamientos (eres un vago, nunca quieres hacer nada de lo que te pido”, …), les comparamos con hermanos o amigos (“tu hermano/a hace las cosas sin rechistar, te podías parecer un poquito a él/ella”, …), y cuestionamos cada una de sus decisiones (“a ver si piensas un poquito antes de hacer las cosas para variar”, “si me escuchases cuando te hablo te iría mejor, …) , estamos abriendo una brecha cada vez mayor en nuestra comunicación.

    No somos lo que hacemos, somos más y además de lo que hacemos

  • Imponer sin dar espacio a la negociación. En todas las etapas de la vida de un niño/a la negociación es un elemento clave para evitar y resolver conflictos. En la adolescencia, es especialmente importante negociar con ellos si no queremos que nuestra casa se convierta en un espacio de conflictos continuos. Para que las discrepancias puedan resolverse negociando, es necesario que haya una flexibilidad por ambas partes. Si siempre queremos que sea nuestro criterio el que prevalezca, cuando estemos ante cuestiones en las que no podemos ceder, nos encontraremos con un enfrentamiento insostenible. Es importante que tengamos claro dónde están nuestros límites para que en ese “tira y afloja” que tenemos con ellos, aflojemos en las cosas menos importantes, y así podamos tirar más en las que consideramos esenciales.

    Si convertimos nuestras diferencias en una negación continua, terminaremos generando un abismo entre nosotros en las cosas más insignificantes.

  • Comunicar en una sola dirección = Interrogar. Una comunicación efectiva requiere poder comunicar nuestras necesidades a la vez que escuchar y recibir las necesidades de la otra persona. Hay veces que nuestros hijos adolescentes solo necesitan que les escuchemos, necesitan desahogarse con alguien sin que eso suponga un interrogatorio de continuas preguntas y opiniones por nuestra parte que no han pedido. Otras veces lo que necesitan es que haya un diálogo entre nosotros, en el que ambas partes podamos hablar libremente sin miedo a ser juzgados o a tener que contestar a preguntas que en ese momento no estamos preparados para responder.

¿Y tú que opinas? ¿Quieres dejar de comunicarte con tus hijos como si estuvierais emitiendo señales de humo?

Te animo a que busques tus propios aliados y reduzcas los saboteadores. ¡¡¡Merece la pena intentarlo!!!

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